Comunicación Minimalista. -Capítulo I-

Comunicación Minimalista y maximalista

Capítulo I. Introducción

    Actualmente vivimos en un mundo de inmediatez, todo debe ser rápido y al grano. Nunca se había hecho tan cierta la frase “el tiempo vale oro”.

    Pero, por otro lado, esa misma inmediatez ha dejado fuera a las emociones y sentimientos. Aspectos muy importantes en los ámbitos personales y afectivos, los detalles y las historias nos conectan profundamente con otras personas, nos hacen ser humanos, estar vivos.

    De esa premisa nace una necesidad de entender perfectamente cuando se debe ser conciso al comunicarnos y cuándo extender el lenguaje. Y precisamente, de esa necesidad comunicativa, nacen los términos de “comunicación minimalista” y “comunicación maximalista” en la sociedad actual.

    En las siguientes líneas abordaré cada uno de ellos, su origen, sus fortalezas y cómo usarlas inteligentemente.

Minimalismo

    Es una corriente filosófica y artística que busca eliminar lo superfluo y centrarse en lo esencial.

    Las ideas primarias del minimalismo surgen de las enseñanzas de Buda (563 – 483 a.C.) quien predicaba la búsqueda de la simplicidad para alcanzar la iluminación. Y por otro lado, la filosofía de Epicuro de Samos (341 – 271 a.C.), que promovió la eliminación de deseos innecesarios para alcanzar la tranquilidad.

    Posteriormente, en la filosofía Zen (Siglo VI – XII d.C), tanto en China como Japón, la idea de llevar una vida simple y esencial para alcanzar la armonía interior y la libertad, se popularizó entre sus adeptos.

    En el terreno del arte, es Ludwig Mies van der Rohe (Aquisgrán, Reino de Prusia 1886 – Chicago, Illinois 1969) quien acuña la frase “menos es más” aplicándola a la arquitectura. Pero su impacto fue tan grande, que se extendió hoy en día, como el eslogan del minimalismo.

    Desde ese entonces, hasta la fecha, la filosofía del minimalismo original, ese de simplicidad y eliminación de deseos, se fue quedando opacado por la popularización del término relacionada a las artes visuales, la música, la arquitectura, el diseño, la literatura, entre otros.     El minimalismo filosófico sigue existiendo, pero si no tiene la estética popular, pocas veces se le llamará así.

Características

    Sin embargo, sea de forma estética o práctica, las características del minimalismo siguen respetando tres bases indispensables:

1.      Simplicidad: Ideas claras, rechazo a las perturbaciones mentales o visuales, espacios vacíos.

2.      Reducción a lo esencial: Eliminación de objetos innecesarios, de lo superfluo. Retorno a los elementos fundamentales, tanto de ideas como de objetos o cosas.

3.      Objetividad: Centrarse en lo que importa, ser empático, meditar y buscar la felicidad.


Maximalismo

    Es también una corriente de pensamiento y artística que busca agregar la mayor cantidad de elementos posible a lo que le compete.

    Su filosofía se puede rastrear al poeta latino Quinto Horacio Flaco (Italia 65 a.C – Roma 8 a.C) con su ya conocida frase “Carpe diem, quam minimim credula postero” (Aprovecha el día de hoy; confía lo menos posible en el mañana) Si bien es cierto que jamás usó la frase “Maximalismo” y su terminología es más bien moderna, la idea de “aprovechar el día” influyó al movimiento barroco a agregar elementos en los diseños y arquitectura y dicha corriente se extendió por el romanticismo (siglo XIX) y postmodernismo (siglo XX).

    La aplicación del maximalismo ha sido principalmente en el arte y el diseño. Autores como Yayoi Kusama en el arte, Richard Wagner o Pink Floyd en la música agregaron cuerpo y elementos a sus composiciones, lo que llegó a influir en toda una cultura que acogió las colecciones de diferentes objetos o la acumulación de pertenencias en las residencias como un estilo de vida. “Más es más” fue la frase coloquial que se postuló como un rechazo al minimalismo de “menos es más” acuñado por Mies van.

Características

    Al igual que en el minimalismo, el maximalismo respeta tres aspectos importantes que, aunque no precisamente tienen interrelación entre sí, o son uno fundamental para el siguiente, no dejan de ser válidos y poseer una estructura filosófica.

Exceso intencional: Ya sea de ideas, elementos o cosas, pero con un propósito.

Complejidad: Preferencia por lo narrativo, lo simbólico y lo multifacético.

Celebración a la cultura: Aprovechar la acumulación de objetos, escritos, música o anécdotas para mantener viva la historia de las costumbres creencias y valores de un grupo o región determinada.

Aprendizaje a través de los cinco sentidos


El ser humano percibe la realidad a través de los cinco sentidos: Vista, olfato, oído, gusto y tacto. Si, en la actualidad se habla de más de 20 sentidos, pero al menos, es a través de estos, por los que el ser humano percibe y se desenvuelve en la realidad.

En términos de conocimiento, el ser humano podría adquirir conocimiento de la misma forma: Leyendo, escuchando, olfateando, degustando y haciendo.

Por consiguiente, dependiendo lo que la persona, escucha, lee o ve, huele, come o hace, así será su comportamiento en el plano social o intelectual.

El diamante y el estiércol


Si le diera a escoger entre un diamante o un pedazo de estiércol ¿Cuál escogería?

Y es que estoy completamente convencido que usted escogería al diamante sin dudarlo siquiera.

Pero ¿Y si vistiera al pedazo de estiércol con un fino traje lo preferiría por sobre el diamante?

Y si aun así no lo acepta ¿Lo aceptaría si estuviera cubierto con ese fino traje, un auto nuevo, una casa lujosa, y con mucho dinero?

Lo más probable, sería que ahora lo pensaría dos veces o se preguntaría ¿Cuánto suma todo lo anterior, más que el diamante?

Pero si sumara más que el diamante, usted tendría que estar consciente que aceptó al pedazo de estiércol por lo que tenía, no por lo que era.

Así precisamente es con las personas; algunas se esconden tras cosas, títulos o lujos. Y otros simplemente brillan por su propio ser.

Análisis comunicacional del meme “Entiende”



Antecedentes

La imagen de un hombre en harapos conversando con un nombre disfrazado de primate y con un traje aparentemente sofisticado, surgió de la película “el planeta de los simios” de finales de los años 60. La cinta mostraba un planeta donde la especie evolucionada eran los primates. La película de ciencia ficción se caracterizó por tener diálogos bien elaborados que dejaban una reflexión para el hombre contemporáneo, principalmente en el área social y ecológica.


Años después se fugó en Internet una fotografía del detrás de cámaras de la producción y para las nuevas generaciones, que evidentemente desconocían la cinta, la imagen inmediatamente se convirtió en un meme, donde el protagonista de la izquierda, evidentemente evolucionado (representante del creador o usuario que comparte el meme), intenta explicar algo lógico o muy simple a un simio que pareciera no entender (representante de una persona de nivel socio económico inferior).


Meme básico del planeta de los simios.

Análisis

Hace unos días, me encontré con una variante del meme y me llamó la atención.

El meme básicamente trata de seguir la línea que se dictaminó espontáneamente para el mismo. Sin embargo, en este meme en partículas, el primer personaje ofende verbalmente al segundo, algo que no se da en todas las variantes de este meme.


Como se puede apreciar, para este meme se cortó los harapos del personaje de la izquierda, y se colocó un casco al personaje de la derecha. Así mismo, se colocó una imagen en fondo blanco de una motocicleta de tipo scooter.

La imagen de la motocicleta fue colocada para identificar que el personaje de la derecha es motorista urbano. 
El creador de este meme quiso reforzar la imagen, y por ello fue que le colocó el casco que encajó perfectamente en el personaje de la derecha. El casco en cuestión, es un casco integral con visor oscuro. Las líneas del caso denotan modernidad y seguridad.

La chaqueta que ya tenía el personaje de la derecha, era para evidenciar a un ser superior al de la izquierda (basado en la intención original de la película) sin embargo, con este nuevo montaje, la chaqueta toma protagonismo secundario, dando complemento al casco y denotando a un ser vestido adecuadamente para conducirse en una motocicleta urbana.

Por consiguiente, el personaje del simio desaparece y ahora nos queda un personaje moderno y bien protegido, que connota seguridad o prudencia. Su postura denota pasividad.

En contraposición, el personaje de la izquierda queda desnudo sin connotarnos ropa. La barba y el cabello denotan descuido y suciedad, por lo que en conjunto connota a un ser primitivo. El texto de arriba “Entiende, si dejo espacio con el carro de adelante es por seguridad, no para qué te metas pedazo de simio imbécil” le deja como un ser primitivo y violento, mientras que el personaje de la derecha queda como ofendido y como un personaje que guarda la calma y la compostura ante la agresión.

Evidentemente, al ya no estar la imagen del simio en la escena, la palabra “simio” deja de ser un identificativo del interlocutor, y se convierte en un adjetivo calificativo, en este caso, de índole peyorativo.

Propuesta ideológica

En consecuencia, la imagen muestra a un ser inferior o primitivo, agrediendo verbalmente a un ser superior o precavido que se mantiene calmo ante la acusación y la injuria. Se puede inferir, que el creador de la imagen, se siente inferior (y por consiguiente molesto) ante una persona que conduce motocicleta de forma prudente o precavida, entonces, arremete contra él insultándole.

Reflexión

El egoísmo, la ignorancia o falta de empatía en el tránsito cotidiano hace que las personas menos capacitadas para enfrentar el caos vehicular, se molesten y agredan a las personas que se conducen en transportes más eficientes o de forma precavida. 

Es necesario un conocimiento de las leyes de tránsito de cada país, pero más aún, es necesario fomentar la empatía y solidaridad de todos los involucrados en la movilidad de una ciudad. La agresión devuelve agresión, mientras que la amabilidad y la prudencia conducen a la sabiduría.

Análisis de contenido -Método-

Recientemente me encontré con la investigación de la licda. Andrea Aguilar acerca de un método sencillo y eficaz para realizar análisis de contenido.

En este enlace se puede apreciar el trabajo que, a criterio personal, se hace menester para el comunicador actual.

Gracias licda. por el aporte.

Escuchar antes de hablar

Un día pensé que quería cambiar de motocicleta. Así, que con la obsesión que me caracteriza, busqué cuales serían los modelos y marcas con las que podría andar en ciudad y carretera; la moto más versátil, la más segura, la más duradera, la ideal para recorrer el mundo, la ideal para mí. 

Comenzó como un juego, me entretenía en los momentos de ocio, hasta que, de pronto, la búsqueda fue dando resultados. De hecho, Si habían motocicletas con esas características. Al final, mi búsqueda se redujo a dos marca: Hhhhh y Ssssss.

Entusiasmado, endurecí la búsqueda hasta llegar a un modelo por marca. Para mi sorpresa, los dos modelos se vendían en mi país. Recordé la época de adolescente, en la que mi papá me enseño a conducir motocicleta, una Ssssss, así que me decanté por esa marca.

Pasé varios días sin dormir pensando en el impulso, luego, ese impulso me hizo pensar a profundidad, hacer números, ir al banco, habilitar la tarjeta e ir a comprar la motocicleta. Fijé una fecha, un día, una hora. Tomé mi chaqueta, casco y guantes, y me fui dispuesto a hacer la compra. 

No necesitaba una moto con esas características, lo sabía bien, de hecho, no necesitaba otra moto, pero mi obsesión por tener, me llevó a ser impulsivo. Me justifiqué pensando que esas interminables horas de búsqueda e investigación en la red debían servir de algo.

Llegué a la central de Ssssss en mi país, entré y ahí estaba; La moto de la que tanto había leído, de la que me había ilusionado. La vi con pasión, con amor. Me di cuenta que habían cuatro motos del modelo que yo quería, así que las estudié minuciosamente para ver cual de ellas sería la que me acompañaría a casa. No me gusta que me asesoren cuando estoy tomado una decisión, no me gusta que me interrumpan cuando estoy pensando o decidiendo, así que vagué un poco por la sala de ventas, como quien ve indeciso motos al azar, pero mi atención se centraba en las cuatro motos, al fin, decidí cual sería la que me llevaría a casa, y fue hasta entonces cuando me hice notar para llamar la atención de algún vendedor.

Al fin, uno pescó el anzuelo y se acercó a mí, lo vi sonriendo, como aquel niño cuando ve una heladería. Estaba ansioso por decirle que me llevaría esa moto, la quería ya, pero disimulé y me mostré más cauto. Después de un saludo incómodo y la broma que medio nos hizo sonreír, le pregunté por la motocicleta, sus características y el precio. Evidentemente ya sabía esas cosas, ya había investigado el precio, el recargo por el financiamiento, las placas, todo, sólo quería seguir la corriente para que el vendedor se luciera, y al finalizar su labor de venta, cerrar el trato.

Pero no sucedió así, el tipo, por alguna razón, se acerca a mi y me dice “usted se ve un tipo listo, alguien que sabe realmente lo que quiere” en ese momento mi felicidad se convirtió en preocupación. El tipo, quería entrar en mi mente, convencerme de algo a lo que supuestamente yo no iría preparado. Abrí los ojos como gritándole que se callara. No quería juegos mentales, no quería que me retara, sólo quería que terminara de decir sus líneas de rigor y llevarme la moto, pero el individuo continuó “y usted no quiere esta moto, usted quiere la Gggggg último modelo” lo había hecho, se había pasado de la raya, me había retado.

No entendía el porqué el vendedor pretendía persuadirme o manipularme a comprar una moto de la mitad del valor de la que yo quería comprar ¿Esas cuatro motos ya estaban vendidas, no había en stock, había una comisión especial por vender tal o cual modelo? Ya para qué, el tipo quería persuadirme y yo, siendo fiel a mi profesión, no puede evitar caer en la tentación y entonces, de ser un comprador compulsivo, me volví en catedrático universitario de nuevo.

Soy comunicólogo de profesión, y ahora, ya no me interesaba la moto, no, ahora, quería jugar, ahora quería saber sus motivos, quería saber qué lo había llevado a perder una venta tan fácil. Dejé que me mostrara la motocicleta que me pretendía vender y empecé a mostrarme gracioso, hacerme simpático, a hacerle reír. recurrí a las viejas técnicas para dejar que la gente se descubra a sí misma. Al cabo de unos minutos, identifiqué sus gestos al mentir y al decir la verdad, supe cuando conocía o desconocía de algo. No tardó mucho en revelarme dónde vivía, sus gustos musicales, su escolaridad y su relación sentimental. Sólo fue cuestión de armar un escenario y saber a quien tenía enfrente.

Al final de cuentas, las cuatro motos ya estaban vendidas y si quería otra, había que armarla y tardaría unos días. Por eso trató de venderme una moto de las que tenían en existencia. Entonces, cuando logré saber sus motivos y todo lo que yo quería saber del tipo, me aburrí y, para ser sincero, de manera tajante le dije que no quería la moto y me dirigí a la salida. Pero en la entrada me frené, vi la moto, vi al vendedor, me sentí culpable, regresé, le di dos palmadas en el hombro, le sonreí, le agradecí su tiempo y me fui del lugar.

Aún en el momento que redacto estas líneas, no dejo de esbozar una sonrisa pensando en ese pobre hombre que no pudo intuir que tenía una venta tan fácil entre manos. Creo que su ímpetu por vender, sus palabras rebuscadas o su excesiva confianza le hizo cometer errores con su interlocutor. Aún no entiendo cómo es que una persona puede hablar tanto sin analizar a su interlocutor, cuando falta prudencia sobran las palabras. 
He de reconocer que el individuo conocía algunas técnicas de persuasión, Me halagó, trató de poner palabras en mi boca, se acercó a mi cómo si fuera mi amigo, pero olvidó algo esencial, algo básico: Escuchar al cliente.

Posiblemente si el vendedor me hubiera preguntado “¿Y por qué le interesa este modelo?” posiblemente yo le hubiera contado toda la historia y la venta se hubiera cerrado. Entonces, él no habría tenido que recurrir a trucos viejos de adulación, se hubiera cerrado el negocio, y, obviamente, ahora yo tendría una deuda y una motocicleta que no necesitaba en casa.

Por consiguiente, considero de suma importancia nunca menospreciar a nuestro interlocutor, sea cual sea la situación. Por lo regular nos dejamos llevar por el entusiasmo de ser los primeros en hablar, olvidando que es en los ojos, en los gestos, en la atención con la que nos escuche, donde se encuentra el valor de la retroalimentación que nos lleve a una comunicación exitosa. Es conveniente ser cautos al comunicarnos, observar, escuchar, meditar y luego actuar. Cómo lo diría sabiamente Zenón de Citio“Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oír más y hablar menos”.


Ser Profesional

Los primeros títulos universitarios se otorgaron en las Universidades europeas allá por el siglo XII; y dependiendo la actividad, así se les denominaba como doctor, maestro o profesor. Fue hasta finales del siglo XIX cuando se empezaron a otorgar “licencias” para ejercer una profesión, de ahí el término “licenciado”. Y fue poco tiempo después cuando se empezó acuñar el término “profesional” a las personas que ejercían una disciplina determinada.

Vámonos a las raíces: Etimológicamente, profesional viene del latín professĭo que significa ejercer; ejercer un oficio, una ciencia o un arte. Y en la actualidad, las personas buscan ejercer de forma perfecta esa disciplina específica, principalmente por mejores compensaciones económicas o simplemente por satisfacción personal. De ahí precisamente, la importancia de las especializaciones, como las maestrías y doctorados.

Pero, ahora bien, el ser profesional no se restringe únicamente a tener un título que lo acredite como tal, tampoco se resumen en ejercer la profesión que el diploma indique. El ser profesional va más allá. Exige que la persona que sustente ese título, cumpla con ciertas características que lo deben hacer íntegro en su menester, esas características que la misma sociedad demanda de la profesión.

Por consiguiente, el profesional debe:

a) Tener credibilidad: Debe demostrar en su discurso, en sus actos, en el ejercicio de su especialidad que tiene las competencias necesarias para ser llamado experto, al menos experto en su competencia.

b) Investigar constantemente: El profesional debe entender que en su destreza, la actualización constante es una obligación. Por lo que el profesional debe investigar, buscar nuevas tendencias, nuevas formas de hacer su trabajo, romper paradigmas. Buscar la perfección.

c) Escribir: Resultado de toda investigación, un profesional debe publicar sus hallazgos, los resultados de sus horas de estudio, de sus disertaciones filosóficas, las conclusiones acerca de sus conocimientos recopilados.

d) Tener un compromiso ético: Un profesional debe observar los comportamientos que la sociedad impone a sus miembros, observar dentro de ella. Y, por último

e) Comprometerse con la sociedad: El profesional no solo debe velar por su propio beneficio, sino, por el contrario, retornar a la sociedad los conocimientos que esta le permitió adquirir.


Como hemos visto, el ser profesional no es solo ostentar un título, es un compromiso consigo mismo, con la ciencia y con la sociedad. Así que busquemos la perfección, busquemos ser un profesional.